lunes, 27 de diciembre de 2010

Deporte benéfico

Hace unos días, se disputaron un par de partidos de tenis benéficos entre Roger Federer y Rafa Nadal. El primero de los partidos se jugó en Suiza, en el que se impuso el helvético por 4-6, 6-3 y 6-3 y; el segundo en España, en el que se impuso Nadal por 7-6, 4-6 y 6-1. Los beneficios recogidos en ambos encuentros estaban destinados a las respectivas fundaciones a las que da nombre cada uno de los tenistas. En el partido disputado en Zurich se recaudaron 2,6 millones de dólares.

De este modo, vemos que el deporte profesional y de élite no está desligado de los grandes problemas sociales a nivel mundial. No es la primera vez que figuras tan importantes del panorama deportivo mundial se reúnen para combatir la pobreza, el hambre, la malaria, etc. y sin embargo, encontramos que todos estos problemas no sólo no mejoran sino que empeoran, ya sea por la verdadera magnitud de dicho problema o por ciertos intereses. Por lo tanto, esto nos hace sospechar que detrás de cada partido benéfico hay realmente otros intereses primordiales mucho más ocultos de lo que a simple vista podemos observar.

Oscar Wilde decía, refiriéndose a la vida pública que ciertos personajes paseaban por lo medios de comunicación, “Que hablen de uno es espantoso. Pero hay algo peor: que no hablen.”.

Se puede observar la cantidad de titulares que genera el deporte por si mismo pero, si a eso le añadimos el interés mediático que se genera cuando un gran personaje  realiza un acontecimiento como los anteriores, obtenemos una fuente de ingresos y manipulación mediática abismal. El gran montaje de marketing  que hay detrás de cada concierto, partido amistoso, jornadas, etc. benéficos, no pueden sino, reducirse a una campaña de publicidad que, además de dar buena imagen, tiene un rendimiento económico muy bueno. Que no se hable de estos jugadores durante su descanso entre temporadas, y señalamos a estos jugadores porque son los que nos ocupan, es un perjuicio para sus imágenes comerciales. De este modo, pueden revalorizar su imagen sin perjudicar su rendimiento deportivo. Así todos salen ganando.

Por otro lado, sólo cabe esperar que estos jugadores inviertan ese dinero recaudado, con toda la buena voluntad, en su objetivo primordial (o publicitario. Como quiera verse)  y que puedan mejorar la vida de los que no han tenido tanta suerte. El ser humano, tiende a creer en lo que le gustaría que fuera verdad y no en la verdad. Aún así, nuestra condición nos obliga a creer que podemos cambiar el mundo desde nuestra posición inmovilista.

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